sábado, marzo 31, 2007


Paseo 63: Meme literario.


Daniel Casado en su blog me invita a participar en el meme literario que circula estos días por la red. Me sumo a él con mucho gusto ya que puede propiciar lecturas infinitas. Se trata de conseguir la transmisión cultural moderna sustentada en el azar. Consiste en abrir el libro que tengamos más cerca por una determinada página (en este caso, la página 139), buscar un párrafo y copiar un fragmento. Más tarde invitar a tres amigos a hacer lo mismo.

En esta ocasión me he decidido por un libro que suelo tener siempre cerca porque me encanta. Miro en la página 139 y encuentro esta maravilla que comparto con todos vosotros:

Entonces, la escritura cambia el alma: hará crecer islas inexistentes en los mapas. Cada poema es el certificado del descubrimiento de una tierra nueva. Pero el poeta es un viajero insaciable. La satisfacción del hallazgo es efímera; hay más, hay más que ver, hay siempre otras tierras, otros poemas. Ya lo advirtió, de nuevo, Huidobro; "Soy yo Altazor el del ansia infinita/ del hambre eterno y descorazonado(...)/ ¿cómo podré dormir mientras haya adentro tierras desconocidas?".( pág. 139)


( Alguien Aquí. Notas acerca de la Escritura Poética de Ada Salas; Madrid: Hiperión, 2005)



Paso el testigo para que hagan lo mismo a: Meritxell, Elbucaro, y Clarice Baricco.


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domingo, marzo 11, 2007

Paseo 62: Aullidos de Juan Copete; Mérida: De la Luna Libros, 2001





De “Auténtico poema dramático” habla Miguel Ángel García Domínguez refiriéndose a esta obra de Juan Copete en el Introito ( “En el teatro antiguo, prólogo para explicar el argumento del poema dramático, al que precedía, para pedir indulgencias al público o para otros fines análogos”) que nos regala al comienzo de Aullidos, obra curiosa y atrayente, añadimos.
Copete nos introduce en la obra mediante la siguiente cita:

“ Cuando los perros aúllan tan cansinamente, no es para ahuyentar el hambre, sino para atraer al deseo y al amor que les ofrece la noche”.

Todavía, a estas alturas de la lectura, se nos antoja esta cita enigmática y extraña, y alejada de lo que conocemos y esperamos. Sólo una posterior lectura atenta y minuciosa de la obra podrá desentrañar tal incógnita y comprender en toda su magnitud lo acertado de la cita inicial. Partimos de una obra teatral estructurada no en actos, sino en significativas referencias temporales llamadas “Noche primera”, Primer día”, “Tarde primera”, “Segunda noche”, “Segundo día”, “Noche tercera”, “Día tercero”, “Cuarta noche”, “Quinta noche”,”Noche sexta”, “El milagro”, “Epígono”. En ellas aparecen cinco personajes: Vieja, Espectro( Armando), Yonki, Concha, Virgen. Siendo el personaje de la Vieja el principal y verdadero motor de la obra.
Comienza la vieja a lamentarse de su situación que aún nos resulta desconocida y extraña. Es una vieja que bebe "Anís del Mono", que se siente furiosa y sola, llena de amargura, y que parece ocultar extraños sucesos. Una vieja con una curiosa manera de teñirse el pelo, que recuerda, como ella misma dice en algunos monólogos de la obra, a los Pegamoides de Alaska. Es presentada a través de sus comentarios irónicos y humorísticos como una persona que está de vuelta de todo y que tiene una imperiosa necesidad de amor, amor de unos hijos que nunca tuvo y que sustituye por la compañía de unos perros, a los que trata como hijos, como veremos más adelante. Y es en este dato tan relevante para la historia, donde reside uno de los mayores aciertos de la obra. Serán constantes los aullidos que aparecerán en las acotaciones. Aullidos “lastimeros”, “furiosos”, “encabronados”... Aullidos que van a ser el motivo recurrente y dramático de la historia. La vieja está siempre mandando callar. Quiere que cesen los aullidos. Les pide tiempo y les dice que pronto tendrán lo que quieren, pasaje anticipatorio de lo que ocurrirá más tarde al final de la obra. Final, por otra parte, inquietante y extraño, que no desvelaremos para no estropear el efecto sorpresa, tan importante en la obra, como así reconocemos.

[...] Lucha a muerte, por ganar el silencio para los recuerdos, entre perros encabronados en el fondo del desván y una vieja loca dolida y asfixiada de tanta soledad y tan poca vida.”[...] (Pág.21)

“¿Los aullidos son para mami? ¿Tanto me queréis? Me tendréis, me tendréis muy pronto.” (Vieja.Pág. 35)

Hay frecuentes referencias a la fotografía, al paso del tiempo a través del polvo que todo lo destruye, a la imagen que desaparece y retorna en forma de pasado. Poco a poco, vamos descubriendo una vida en soledad. Un amor apasionado por su marido y unas carencias: hijos, que fueron sustituidos por perros, que ella siente como hijos, hasta el punto de preparar el ajuar para una de las perras, Soraya, y hacer que los demás perros escribieran cartas a los Reyes Magos, entre otras cosas. Así formarán, todos estos datos, parte de ese drama existencial de la Vieja, de ese vacío, de esa soledad que ha tratado de llenarse:

“Y así se cerró nuestro mundo: tú y yo; yo y tú” ((Pág. 23)

Son muchas las referencias a la sociedad que abandona a los viejos, que los relega a un segundo plano. Con grandes dosis críticas se pasa revista con humor a lo que suele ser esa “Tercera edad”: viajes, residencias, hospitales cursos... A través del personaje de la Vieja son rechazados de plano todos estos elementos.
Hay también un personaje muy importante en la obra que sirve para acrecentar esa gran de soledad que se respira en la obra. Se trata del Yonki. La vieja y él entablan una amistad tácita, llena de juegos y complicidades. Ella quiere un hijo y no le importa que tenga ese problema. Él rechaza una nueva madre. Ya tuvo una que le echó de casa. Ambos son personajes abocados al silencio, a la soledad, a la derrota, sujetos a sus bajas pasiones y miserias. El personaje de la Vieja nos recuerda muchas veces a personajes tan ricos del teatro de García Lorca, ya lo habíamos comentado en anteriores paseos a propósito de la obra de Juan Copete. Nos recuerda, como decimos, cuando leemos:

[...]”Todo te lo tengo que enseñar: el caballo se bambolea, se mece como un río de muerte, de aquí para allá.” (Pág. 24)

Esta vieja estéril, como el personaje de Yerma, no ha tenido hijos. La vieja dice que “su casa sólo tiene aullidos de perros”(Pág. 26) Juntos, el Yonki y la Vieja, pasan revista a sus deseos, a sus aspiraciones y creencias. La vieja suele tirar dinero por casualidad cerca del Yonki, sin dárselo, pero lo deja caer para que él lo encuentre, es como un pacto, es su forma de ayudarse. Él suele proteger a la Vieja de los que son como él, esclavos de la droga, irrespetuosos con el prójimo para conseguir lo que necesitan, lo que les pide el cuerpo. La Vieja, sin embargo, a veces está vista de manera caricaturesca, deformada, casi al mismo nivel que su locura. Esto lo podemos ver en su relación y acercamiento sexual con los perros, transposición de su pasión por su marido. Amor, vida, sexo, se funden en la imagen de su marido, en su pasión hacia él. Es en estos momentos donde el efecto dramático alcanza aspectos grotescos y deformados. La pasión se acrecienta y traspasa los límites de lo permitido y aceptado.
Otro personaje, Concha, será el encargado de establecer las diferencias entre la realidad de la sociedad y la que establece la Vieja. Concha es una asistente social del ayuntamiento que ha recibido quejas de los vecinos porque en esa casa hay muchos aullidos. La Vieja no cuenta el misterio que alberga tras sus cuatro paredes. Lo vamos conociendo poco a poco, a través de referencias, de silencios. Parece recrearse en su propia soledad. No quiere compartir su “locura”. La casa, sin embargo, está limpia y ordenada. Concha nada puede hacer. Todo parece en orden, y sin embargo, un misterio está detrás de esos aullidos...Un misterio que sólo conoceremos al final de la obra, entre locura y drama, entre pasión y sentimientos exacerbados.
El personaje de Armando, marido de la Vieja, que aparece como espectro, interviene de manera esporádica. Armando está muerto. La locura y el amor de la Vieja recrean su presencia. Siempre es una transposición de los pensamientos de la Vieja, que imagina su presencia a través de los recuerdos, la pasión y las circunstancias. No es un personaje al uso, más bien responde al personaje central de la Vieja y su delirio. Aporta el aire misterioso y extraño que requiere el tratamiento de la obra.
El personaje de la Virgen está visto desde un punto de vista un tanto irrespetuoso. En su conversación con la Vieja utiliza mucho el sarcasmo y la ironía. Apenas sale más que en la parte final de la obra y su aparición responde de nuevo a los pensamientos de la Vieja. Todos los personajes, como vemos, están cumpliendo en la obra el papel de centralizar y hacer crecer al personaje principal de la Vieja, personaje rico en matices y muy bien perfilado. Por otra parte, señalaremos un aspecto sumamente importante en la obra: se trata de las acotaciones, auténticas joyas poéticas y dramáticas. Llenas de sentido, y que tratan, al igual que los demás personajes, de engrandecer la figura de la Vieja, de dotarla de auténticos rasgos dramáticos y demoledores, de hacernos reír, igualmente, y de ver los acontecimeintos con cierta distancia.

“Apenas unas líneas de acotación, porque así no hay sensaciones ni sentimientos en el corazón de la vieja. Noche perdida, en la que sólo rescatan el recuerdo de una vista. Alguien llama a la puerta. Abre.” (Pág. 37)

Original argumento que no desvelaremos en su totalidad, llevado a cabo de forma magistral por Juan Copete. Desde estos paseos no nos cansaremos de señalar los innumerables aciertos de un escritor no suficientemente conocido como es Juan Copete. Y es que las obras de Juan Copete que, por azar, o por no sé qué designios de la providencia, hemos leído, así nos lo han parecido. Chapeau!, que dirían los franceses.

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