Quincuagésimo paseo: Como un libro cerrado de Paloma Díaz-Mas; Barcelona: Anagrama, 2005 Paloma Díaz-Mas nació en Madrid en 1954. Estudió Filología Románica y Periodismo en la Universidad Complutense. Desde 1978 hasta 1982 trabajó en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid, donde se especializó en literatura sefardí. De 1983 a 2001 fue profesora de literatura española y sefardí de la Universidad del País Vasco en Vitoria. En 2001 se incorporó como investigadora al Instituto de la Lengua Española del CSIC, en cuyo departamento de Literatura trabaja actualmente. Como un libro cerrado es el primer libro que leo de esta autora, pero les aseguro que no será el último. Es éste un libro de recuerdos de la infancia, de la ciudad donde empezó a escribir y en el que la autora confiesa en sus primeras páginas que ha intentado: “Poner aquí algunas de esas verdades que, por vergüenza, nunca decimos. Tan triviales e insignificantes como nuestros primeros años, como nuestra propia vida. [....] Son recuerdos de infancia, pero recuerdos literarios: cómo uno se empieza a hacer escritor incluso desde antes de aprender las primeras letras" [...] “Los días de los juegos que son también un aprendizaje. Los días en que un escritor aún no escribe, o escribe como parte de sus juegos de niños. Los días en que somos como un libro cerrado, todavía no hojeado por nadie, ni siquiera por nosotros mismos; pero el texto está ahí, esperando que lo descubramos al pasar las hojas. “ Como un libro cerrado se ha ido abriendo poco a poco para mí. Me ha gustado descubrir esas escondidas verdades, ese aprendizaje, esas primeras lecturas, esas impresiones juveniles mezcladas con la voz madura de la persona que recuerda, esa mirada de escritora que aprende su oficio desde los primeros años porque la escritura es su mirada, es su voz, es su vida. “Si es cierto que se aprende a escribir mirando el mundo con ojos propios, tengo que reconocer que las piedras me ayudaron mucho en esa búsqueda de mi propia mirada. Por aquel entonces ya escribía yo y fruto de mi pasión mineralográfica fueron algunos poemas atroces.” Hay anécdotas divertidas en el libro, recuerdos tiernos y anecdóticos hacia su familia y su pasado, añoranzas de profesores que influyeron en la escritora y la futura profesora, lecturas, inquietudes culturales, costumbres, miradas hacia unos años conflictivos y difíciles de la sociedad española del momento que le tocó vivir y, sobre todo, un anhelo, una pasión por la palabra, por ser escritora y publicar (aunque esto último, tan importante en un principio para ella, perderá sentido tras la muerte de su padre, al menos no significará ya lo mismo). Hay en este libro sobre todo mucha emoción y pasión. "La emoción y la pasión, si acaso, están en el momento de escribir." Este es un libro que me ha gustado mucho leer porque es sincero, sencillo y cercano. Me ha llegado porque comparto con la autora esa pasión por la literatura y el aprendizaje, por las pequeñas cosas que se hacen importantes cuando entran a formar parte de uno por no se sabe qué extrañas razones, incluso porque me atrae cómo cuenta su realidad, cómo nos transmite su testimonio, acompañado éste muchas veces de fotos en blanco y negro, entrañables, tan posibles, casi cercanas y es que, como nos dice la autora: “Cuando volvemos, siempre recordamos. Es el poder de evocación que tienen los lugares.” |
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